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jueves, 4 de junio de 2009

TECNOLOGIA EDUCATIVA

RELACION DOCENTE CONOCIMIENTO – Séptima entrega

La relación del docente con el conocimiento involucra distintas esferas y ninguna de ellas puede dejar de ser tenida en cuenta. Para poder abordar su complejidad no se puede ignorar los aspectos psicológicos que se ponen en juego: lo intelectual y lo emocional, alimentos del intelecto y del espíritu, la oportunidad de aprender y de enseñar, el poder realizar sus ideas, la necesidad de sentirse querido, apreciado, valorado; en la esfera de lo social, el lugar que ocupa, el reconocimiento de su trabajo, las condiciones laborales; desde lo epistemológico, la construcción que el docente realiza de ese objeto de conocimiento que necesita y debe transmitir; los modos en que se relaciona con este objeto de conocimiento, las estrategias que pone en juego, los recursos que utiliza, las posturas frente a ese conocimiento; las condiciones políticas y con ello la relación existente entre estas y las políticas educativas vigentes, sus fines, sus alcances, sus limitaciones, la posibilidad que le brinda de desplegar su actividad de forma libre, creativa; sin olvidar la cuestión ética y en relación a ello los valores que sustenta.
La relación del docente con el conocimiento se revela como algo complejo. Estas relaciones, metafóricamente abordadas por Cullen, tienen que ver con los caminos que se siguen, con lo que se manifiesta, con aquello que se nombra. La crisis por la que atraviesa la educación – dado que están en crisis la ciencia, la verdad, lo moral – y esto afecta profundamente la escuela y su función, lleva al descreimiento. El docente se enfrenta a la falta de certezas, pero sin embargo no faltan las direcciones. Las direcciones se harán evidentes si logra reflexionar sobre las crisis que afectan la escuela. No sirven a este objetivo las posturas dogmáticas, pretender que el camino que se señala es el único, sin cuestionamiento; no sirve pretender que se es dueño de la verdad, no sirve ser indiferentes.
La reflexión, la autocrítica, la mirada escrutadora sobre estas problemáticas, la flexibilidad para pararse frente a una realidad en cambio constante, la innovación, el compromiso, la responsabilidad y la profesionalización pueden constituirse en algunos de los caminos para encontrar la salida.
Desde el arte, es casi inevitable que quien aborda un espacio curricular, íntimamente ligado a este, no se conecte de alguna manera con la práctica artística. Es casi una necesidad, no es suficiente con la carga de lo teórico. El arte requiere del sentir, de la exploración y la experimentación, del trabajo artístico entre otras cuestiones. Solo en su vivencia es posible reconocer lo que el otro puede también llegar a sentir, a explorar, a descubrir; las cargas teóricas pueden sonar vacías, transmitirse como algo vacío; sin esa carga - plus, valor agregado – que siembra en el otro las ganas, el deseo, la necesidad, de apropiarse de dichos conocimientos. Enseñar arte requiere de amor, pasión, trabajo y entrega. En cierto pasaje de “Desarrollo de la creatividad” de Victor Lowenfeld este sostiene, en palabras más o menos cercanas a estas: antes que tener un mal maestro de arte, es preferible no tenerlo.

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