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jueves, 4 de junio de 2009

TECNOLOGIA EDUCATIVA

POSMODERNIDAD Quinta entrega

El arte se caracteriza por su forma particular de ruptura, cada modo de producción semiótica que surge en un determinado tiempo y espacio histórico, se constituyen en un algo que denuncia o anticipa lo que ocurre en el mundo y las visiones del hombre sobre el mismo. La crisis de lo público en los saberes también conmueve a los propios del campo del arte. La aproximación al arte requiere de nuevas perspectivas, de nuevos caminos.
Los procesos de enseñanza son considerados una práctica social, saberes y conocimientos construyen su significación social en los procesos históricos de los cuales la escuela no esta exenta. Ya no es quien distribuye el saber, se puede acceder a los mismos por otros medios y recursos disponibles en los nuevos desarrollos de los medios para la información y la comunicación. Se observa una inadecuación entre los valores que transmite la escuela – propios de la modernidad – y los nuevos valores que sustentan lo social.
La pérdida de lo lúdico, del juego creativo, que conjuga una actividad que enlaza placer y gozo en la apropiación de ese conocimiento y en la construcción de significados socialmente compartidos. La recuperación del sujeto que construye su aprendizaje desde su propio deseo por conocer es imprescindible. Pero para ello es necesario ser conciente de este nuevo sujeto al que Cullen llama “sujeto desfondado”.
La crisis de lo histórico, se manifiesta en el enfrentamiento por el poder político e ideológico, tendientes a definir cuales son las direcciones que se deben dar a la educación. El conflicto se ha instalado en la escuela, es necesario redefinir cual es su significación social.
La escuela se transforma bajo la óptica de lo empresarial en un lugar donde se brinda un “servicio”, servicio educativo en el que se ha introducido el concepto de calidad educativa. La calidad educativa puede asociarse a las políticas de mercado asociadas a los conceptos de oferta y demanda, eficiencia y competitividad. Es allí donde la escuela debe definir su destino en la búsqueda de consensos no sin conflictos, los caminos que proponen dos polaridades: inversión o gasto.
La apropiación del conocimiento puede hallar otros caminos, ligados a la tecnología, que ya no hacen imprescindible la función mediadora de la escuela. Existe una brecha entre la cultura – marcada por lo tecnológico-y la cultura escolar. Interpelar esta situación, con mirada crítica sobre las problemáticas que la atraviesan se torna esencial para evitar que la brecha se profundice.

Carlos Cullen. “Crítica de las razones de educar” Editorial Paidós. 1997 -Cap. V. Pág. 122

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